Historia del Aloe Vera

El uso del aloe vera como planta de alto potencial medicinal se ha conservado sobre todo en los pueblos orientales y americanos. Fue precisamente Cristóbal Colón, quien desempeñó un papel muy importante en la propagación de la planta.

El Aloe Vera es canario. Al parecer, desde las Islas la planta fue trasladada al Nuevo Mundo por los conquistadores y franciscanos, quienes realizaron las primeras plantaciones en la isla de La Española. De ella procede el nombre científico de la especie más explotada, el 'aloe barbadensis'.

El uso de la 'pita' está documentado entre los más destacados cronistas de la antigüedad. Sabemos con certeza que, desde el siglo XVI antes de Cristo, escrituras egipcias y, posteriormente la Biblia, hacen mención a esta planta. Se dice incluso que el filósofo Aristóteles persuadió a Alejandro Magno para que conquistara la isla de Sócrotora, con el propósito de obtener suficiente cantidad de aloe para la curación de las heridas de sus soldados. La descripción más antigua conocida se encuentra en el papiro egipcio de Ebers del 1.500 a.C., en donde se detallan más de 12 remedios a base de aloe vera. No faltan tampoco textos en los que destacados médicos de la época, como Dioscórides y Plinio, elogiaron sus propiedades.

Los árabes, grandes amantes de la planta, lo llevaron en sus campañas y, al finalizar la reconquista, dejaron extensas plantaciones en la Península. Se trató de cultivar en el norte de Europa, donde la planta no resistió el frío del invierno. La dificultad para la conservación de la planta hizo que se olvidaran sus virtudes y cayó en el olvido sustituido por otros remedios. Se continuó, no obstante, comercializando el árbol en polvo.

En la actualidad, pese a que el aloe continúa sin tener suficiente aval entre la comunidad internacional médica, son muchas las investigaciones tendentes a descubrir los beneficios de su uso en afecciones terminales como el cáncer o el sida.

Así el Departamento de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) de Estados Unidos ha autorizado el uso de productos elaborados con los principios aislados activos de la planta para tratamientos contra el VIH, e investigaciones de los Laboratorios Carrington de Irving (EE UU) demuestran una mejoría entre los enfermos de sida cuya alimentación se reforzó con jugo de aloe vera. Igualmente científicos de la Universidad de Texas han puesto de relieve que los polisacáridos del aloe son potentes agentes anticancerígenos.

"A quinse dias del mes de octubre entro la sigarra en esta isla que destruio los sembrados y demas cosechas de toda la Isla aun se estendio en todas las demas a quienes sucedió lo mesmo por cuia causa mucha esterilidad y hambre que duro hasta el año de mil y seiscientos y sesenta y dos de tal suerte que no quedo cosa verde en la isla de Gran Canaria pues hasta las ojas de las palmas que son fuertissimas y las ojas de sabila que no que no ai animal por inmundo que las coma [por amargas] ellas las destruian (...)"

Fray José de Sosa (1659).

"Me preguntabais cuáles eran las fuerzas secretas que me sostenían durante mis largos ayunos. Pues bien, era mi inquebrantable fe en Dios, mi sencillo y frugal estilo de vida y el aloe, cuyos beneficios descubrí tras mi llegada a Sudáfrica a finales del siglo XIX"

Mahatma Gandhi (1869-1948).

"Durante los veinte años que estuve tratando a mis pacientes con aloe, me di cuenta de que había muchas enfermedades descritas por los médicos de la antigüedad que desaparecían rápidamente cuando les administraba aloe en forma de gránulos o de polvo. Por ello, los resultados tan buenos que siempre he conseguido me permiten citar el refrán de Roger Bacon: "¿Queréis vivir tanto tiempo como Noé? ¡Entonces, debéis tomaros algunas pastillas de aloe!"

François Vincent Raspail (1794-1878).


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