La Aloína

Si en algo se diferencian los productos de Aloveria es en la alta presencia de Aloína. Según las farmacopeas internacionales, el aloe vera debe contener aloína para ser considerado como tal. Actualmente, el 95% de los aloes que circulan en el mercado no contienen aloína porque sus fabricantes no conocen la técnica de estabilización. Laboratorios Pejoseca, S.L. investigó y desarrolló durante cinco años la maquinaria para el procesado de la hoja entera y la posterior estabilización del gel puro sin separar ninguno de sus componentes naturales. En la actualidad se puede asegurar que los productos Aloveria contienen la misma composición que la hoja recién cortada. Por lo tanto, sus efectos son notables.

No obstante, la aloína sólo puede ser utilizada en productos para uso externo, nunca para su ingesta, que entonces se utilizarán sin aloína.

Durante muchos siglos el aloe fue conocido únicamente referido al polvo procedente de la desecación de la savia amarilla o acíbar. A este polvo se le atribuyeron todas las cualidades medicinales de la planta. De hecho, en la Baja Edad Media era una de las cargas más preciadas que los judíos radamitas comerciaban entre Oriente y Occidente.

  El acíbar de aloe tiene un alto contenido en aloína que a su vez es determinada por la barbaloína o aloína B. Estos elementos son antraquinonas con un amplio abanico de funciones. Son potentes antibióticos con propiedades bactericidas y antivíricas que a la vez tienen efecto analgésico. La aloína pura en vía interna es un poderoso laxante, si bien mezclada con el resto de la planta sólo actúa como tónico digestivo. Son también notables sus cualidades como calmante del dolor y regenerador de los tejidos. Aplicada sobre la piel junto al gel es un poderoso protector de rayos UV.

  La barbaloína, isobarbaloína, antraceno, antranol y ácido aloético son resinas con propiedades bactericidas; la emodina y emodina de aloe son efectivas contra ciertas infecciones; aceite etéreo posee todas las cualidades anestésicas y analgésicas del éter, pero no su toxicidad.; el ácido crisofánico, derivado de la emodina de aloe, es utilizado con éxito en el tratamiento de la psoriasis y de ciertos hongos cutáneos; el ácido cinámico es fungicida y detergente; el éster del ácido cinámico descompone los tejidos necróticos y es calmante del dolor y los resistanoles son alcoholes derivados del ácido cinámico, con propiedades bactericidas.


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